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La fuga del Piray Guasú a la bandera paraguaya corona el fracaso de Leonardo Cabrera Domínguez al frente de la Subsecretaría de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante de la Argentina

En Junio de 2020, en nuestra Editorial de www.compromisofluvial.com advertíamos sobre la inconveniencia de nombrar al frente de la Subsecretaría de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante de la República Argentina, a un hombre de pasado y trayectoria dudosa por su falta de resultados en los cargos públicos del sector que ejerció en la provincia de Entre Ríos.

Cuando publicamos nuestra editorial en junio de 2020 advirtimos lo que finalmente acaeció, el fracaso de la gestión de Leonardo Cabrera Domínguez, quien fue incapaz de crear una Marina Mercante de bandera y que nada hizo para evitar que más embarcaciones se fuguen a registros de buques de otros países.

En esa oportunidad, nos preguntábamos si la administración gubernamental que lidera Alberto Fernández había nombrado a este ciudadano uruguayo por ¿torpeza, desacierto, ignorancia o si, simplemente, era la demostración en los hechos de la ausencia de una Estrategia de Desarrollo de la Marina Mercante Nacional?

Transcurrido algo más de 18 meses de Cabrera Domínguez al frente de la Subsecretaría de Puertos, Vías Navegables  y Marina Mercante nada hizo para desarrollar una estrategia naviera que debería estar orientada a refundar las flotas de cabotaje nacional – fluvial y marítimo patagónico -; a  implementar un Plan de Desarrollo y aplicar las políticas públicas respectivas para que así renazca la Marina Mercante Nacional. Ni siquiera para reglamentar la Ley de Desarrollo de la Marina Mercante Nacional y la Integración Fluvial Nacional y así salvar el error de haberle vetado los artículos de neto corte desarrollista que incluía esta ley. Tampoco habría cumplido los compromisos asumidos oportunamente.

Leonardo Cabrera Domínguez es uruguayo de nacimiento, habría sido nombrado por el presidente Alberto Fernández en esa estratégica Subsecretaría a instancias de una solicitud formulada, oportunamente, por el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet.

Sin embargo, es justo destacar que los actores políticos de Concepción del Uruguay que le habrían propuesto al gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, a este ex empleado de la firma cerealera multinacional Dreyfuss serían el intendente de Concepción del Uruguay, Martín Oliva y el actual presidente de la Comisión Administradora del Río Uruguay – CARU – José Eduardo Lauritto.

Inclusive, Lauritto, fue quien realizó una serie de reuniones intentando que representantes sindicales y empresariales de la región, además de actores políticos locales le brindaran el apoyo explícito a su proyecto de «Leo Cabrera Subsecretario de Puertos y Vías Navegables»  porque según justificaba, era importante para la ciudad de Concepción del Uruguay contar con este personaje como funcionario nacional. También solicitó el actual titular de la CARU a estos mismos actores que apoyaran al ex intendente de Concepción del Uruguay, Carlos Schepens, al frente del Instituto Provincial Portuario de Entre Ríos – IPPER – para que «pudiera terminar su mandato y así poder jubilarse en el estado provincial».

La respuesta que se llevó José Eduardo Lauritto a tal solicitud por parte de un importante actor político de la región fue lacónica, «Pato, te contesto con una pregunta, ¿vos le darías a un deudor fallido un cheque en blanco?». Ese fue el fin de las rondas regionales de solicitud de apoyo para Cabrera Domínguez y Schepens.

Recordemos que Carlos Schepens es el máximo funcionario portuario de la administración Bordet que en febrero de 2021 se esperanzaba – así se lo dijo a medios públicos entrerrianos – con que un buque de bandera uruguaya pero de capitales paraguayos transportara contenedores entre los puertos entrerrianos de Concepción del Uruguay e Ibicuy. Proponiendo así la extranjerización del Cabotaje Nacional Fluvial – en realidad Cabotaje Entrerriano.

Lo cierto es que así como Alberto Fernández habría incorporado a Cabrera Domínguez al staff del entonces ministro de Transporte de la Nación Mario Meoni, por pedido expreso del gobernador de Entre Ríos; José Lauritto y Martín Oliva también habrían logrado la designación de Carlos Schepens en la cartera portuaria entrerriana.

En ambos nombramientos, Gustavo Bordet habría accedido a tales solicitudes respetando los territorios de los diferentes actores políticos que manejan los diferentes departamentos de la provincia de Entre Ríos.

Dicen que la diferencia entre un operador político y un charlatán, son los resultados. En el caso de Cabrera Domínguez, los resultados están a la vista: la imagen del sábado último en el puerto de la capital de Corrientes, cuando los tripulantes argentinos del remolcador “Piray Guazú” eran desembarcados por la empresa armadora del mismo – Maruba y cedían sus puestos de trabajo a trabajadores fluviales paraguayos; además del golpe que significó para los intereses estratégicos nacionalesSoberanía Fluvial mediante – y para los sentimientos de los argentinos de que en pleno puerto argentino, enclavado en el corazón de la Hidrovía Paraná Paraguay,  se izara el pabellón guaraní en una embarcación de una empresa que tanto apoyo recibiera del estado argentino.

Cabrera Domínguez por su condición, nunca podrá sentir la necesidad de darle una oportunidad a la República Argentina – una Patria que nosotros sentimos en lo más profundo de nuestro corazón -. Sentimiento que este funcionario desconoce, no por malo ni por bueno, solamente porque nació en la República Oriental del Uruguay.

Esta es la muestra cabal y dolorosa del fracaso de la gestión de un funcionario que nunca tuvo la capacidad para demostrar que podía transformar la decadencia del sector fluvial en un bien que tuviera un futuro de Transformación y Desarrollo.

Queremos aclarar que no es una cuestión de xenofobia la que nos lleva a redactar estas líneas pero nos cuesta mucho aceptar y hasta comprender que Luis Alberto Lacalle Pou nombre a un argentino al frente de la cartera portuaria uruguaya o que Mario Abdo designe a un «kurepa» como máximo responsable de la Administración Nacional de Navegación y Puertos del Paraguay. Pero en Argentina todo es posible, como indica la realidad.

Muchas dudas quedan flotando en el aire y bien vale preguntarse si Leonardo Cabrera Domínguez en la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables extendería, a través de waivers, al ahora remolcador paraguayo Piray Guazú una autorizáción para transportar cargas entre puertos argentinos; así como Carlos Schepens al frente de la cartera portuaria de Entre Ríos proponía que un buque de bandera extranjera realice navegación de Cabotaje entre puertos entrerrianos; en tanto que José Lauritto, desde la CARU, habría operado para que ambos personajes accedan a esos estratégicos cargos que hoy ostentan.

Con este estado de situación, bien valdría la pena preguntarse ¿están, cada uno a su manera,  operando en favor de los intereses  económicos afincados en el puerto de Montevideo? Quizás, deberíamos tener presente la frase de Arturo Jauretche en el sentido de que “si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende”.

Sin dudas, el caso de la fuga del remolcador de empuje Piray Guasu al Registro de Buques paraguayo corona el fracaso de la gestión de Cabrera Domínguez y de aquellos que lo propusieron para ocupar tan importante cargo nacional.

No obstante ello, debería ser un caso emblemático; un punto de inflexión a partir del cual la República Argentina a través de funcionarios preparados para la gestión, con los trabajadores y empresarios del sector, en conjunto, trabajen para que en el corto plazo se produzca el renacimiento de la Marina Mercante de la República Argentina.

A propósito de la propuesta del gobierno nacional para constituir una «Mesa de Trabajo» para dar una respuesta de fondo a la problemática de la Marina Mercante, creemos que los argentinos no nos merecemos más errores. Por ello nos permitimos poner en consideración una frase que algunos atribuían Juan Domingo Perón, otros a Napoleón y hay quienes decían que era de Juan de Arco, «para que algo no funcione nada mejor que formar una comisión».

Los tiempos apremian, la situación es extrema y las decisiones que deberían adoptarse deben ser en el corto plazo porque el problema de la Marina Mercante ya no admite más dilaciones y lo que es aún peor, corre peligro de extinción.